CARTA A GREGORIO SANTOS
De cómo algunos se hacen los locos en esta persecución política
Estimado Gregorio Santos, acabo de leer la carta que remites al MAS, y me permito reafirmar que sin duda eres un preso político. El preso de conciencia que este gobierno arrastra. Tu delito ha sido enfrentar a la mafia minera. Si bien existen dudas sobre tu responsabilidad en los delitos que se te imputan, el juicio que se te sigue es sesgado e injusto; mientras ex presidentes, políticos corruptos y asesinos están libres y protegidos. Esta situación demuestra que ningún ciudadano debe ser encarcelado por sus ideas o acción política, como se ha hecho contigo violando tus DDHH.
Es indicativo también que sean tan pocos los que desde la izquierda se atrevan a afirmar la condición de preso político que enfrentas. Mucho floro unitario, pero a la hora de decir las cosas por su nombre, en este como en otros casos, se opta por evadir. Y casi todos de los que ahora levantan la voz por la situación en Venezuela, obvian recordar que lo tuyo es igual o más grave de lo que pasa con Leopoldo López.
La excusa es atendible, como se afirma que hay indicios de actos indebidos que habrías cometido, se utiliza la lucha contra la corrupción para que la duda no favorezca al reo político, sino a un “no contaminarse” porque la izquierda debe ser firme frente a la corrupción. Y claro que debe ser no sólo firme sino frontal, pero acá el asunto legal tiene un curso y el político otro. Si tú eres responsable de lo que se te acusa, pues en un juicio justo y en libertad se deberá demostrar y asumirás las consecuencias; pero sin juicio justo ni equidad judicial el vicio es de origen y eso no se debe aceptar.
Me animé a escribirte porque el sábado 19 leí una carta de Julio Ortega a Leopoldo López transcrita en la columna de Mirko Lauer en La República, diario que informa y opina constantemente sobre el abuso cometido por el gobierno de Maduro, pero que no hace lo mismo en tu caso. Y estoy seguro que ni Lauer, ni la mayoría de columnistas de La República que consideran con razón a López preso político, van a acepar que tú lo eres, lo cual muestra el fustán de nuestros líderes de opinión progresistas.
En relación a la carta que remitiste a la militancia del MAS llamando a la acción en el proceso electoral, del que te ha dejado sin poder candidatear un Poder Judicial sometido al poder económico, me agrada la vehemencia que pones al llamado; de seguro el panorama electoral sería distinto contigo en libertad, no sé si mejor o peor, pero distinto. Afirmas también la necesidad de la “unidad”, que algunos creemos que no es conveniente ni se va a lograr porque forzar no es cohesionar.
Además la “unidad” de la izquierda obvia que aún no hemos hecho la autocrítica necesaria para mirar a los ojos al país, en temas sustantivos que se siguen evadiendo, como la universalidad de los derechos humanos o el deslinde con la violencia política de Sendero y el MRTA. Son debates políticos postergados que si se aspira al gobierno el 2016 deben ser afrontados y/o zanjados; mientras lo programático se afina. Perú no es Uruguay, Argentina o Brasil, acá una corriente de izquierda llegó a extremos abominables que en ningún país de la región se dieron.
No tengo el gusto de conocerte personalmente, pero sí vía telefónica cuando Conga ardía y desde RBC te hicimos más de una entrevista; igual me animo a lanzar esta carta con el ánimo de recordar que cuando se habla de libertades y derechos humanos, es inaceptable tener sesgos. Nadie en el mundo debe ser privado de su libertad o perseguido por sus ideas y acciones políticas; ojalá los compañeros de PR, del MAS y de la izquierda en general lleguen a entenderlo. El caso López y otras situaciones en Venezuela nos muestra el sesgo que la izquierda peruana mantiene en relación a los derechos humanos.
Quizá la injusta prisión que enfrentas te haya hecho reflexionar sobre la libertad ideológica sea o no de nuestro agrado, y en cómo cuando se enfrenta al poder más allá de su origen o proyecto, éste tiene todas las ventajas para acallar y encarcelar a los opositores; me gustaría saber tu reflexión acerca de ello. Me despido, afirmando una vez más, tal como lo hice apenas te esposaron, que lo que enfrentas es una injusticia, un abuso y un proceso indebido, lo que te hace preso político del títere que tenemos como Presidente de la República.
Alexandro Saco